El caso «excepcional» de un hombre que, con menos de cuarenta años de vida ha llegado a desarrollar doce tumores, al menos cinco de ellos malignos, abre «un camino para detectar células con potencial tumoral con mucha antelación a las pruebas clínicas y al diagnóstico por imagen» y también «una novedosa vía para estimular la respuesta inmune frente a un proceso cancerígeno», según ha valorado el jefe del grupo de División Celular y Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Marcos Malumbres.
El estudio, publicado este miércoles en la revista ‘Science Advances’, explica que este varón tuvo su primer proceso tumoral siendo casi un bebé, y luego otros a los pocos años. En sus menos de cuarenta años de vida ha llegado a desarrollar doce tumores, al menos cinco de ellos malignos; y cada uno de tipo distinto en diferentes partes del organismo. «No entendemos aún como pudo desarrollarse durante su etapa embrionaria, ni cómo ha podido superar todas esas patologías», señala Malumbres.
En un comunicado, CNIO ha explicado que cuando el paciente acudió por primera vez a la Unidad Clínica de Cáncer Familiar del CNIO «se tomó una muestra de sangre para secuenciar los genes más frecuentemente implicados en cáncer hereditario, pero no se detectó en ellos ninguna alteración». Los investigadores analizaron entonces todo su genoma, y encontraron mutaciones en un gen, llamado MAD1L1.
Este gen es «esencial en el proceso de la división y la proliferación celular», según CNIO. Los investigadores analizaron el efecto de las mutaciones detectadas y concluyeron que provocan alteraciones en el número de cromosomas de las células –todas las células del cuerpo humano tienen 23 pares de cromosomas–.
En modelos animales se ha observado que cuando hay mutaciones en las dos copias de este gen –procedente cada una de ellas de un progenitor–, el embrión muere. Para asombro de los científicos, la persona protagonista de este caso tiene ambas copias mutadas y ha sobrevivido, llevando una vida tan normal como le permite su delicada salud.
CNIO ha apuntado que no hay precedentes de un caso así. Según el coautor del trabajo Miguel Urioste, que ha liderado la Unidad Clínica de Cáncer Familiar del CNIO hasta su jubilación en enero de este año, «académicamente no se puede hablar de un síndrome nuevo por tratarse de la descripción de un único caso, pero biológicamente lo es».
Se conocen otros genes cuyas mutaciones alteran el número de cromosomas de las células, pero «este caso es diferente por la agresividad, por el porcentaje de aberraciones que produce y por la extrema susceptibilidad a padecer un alto número de tumores diferentes», ha aclarado.
DESAPARICIÓN DE TUMORES Uno de los hechos que más intrigó al equipo investigador fue que los cinco cánceres agresivos desarrollados desaparecieron con relativa facilidad. Su hipótesis es que «la producción constante de células con alteraciones ha generado en el paciente una respuesta defensiva crónica contra estas células, y eso ayuda a que los tumores desaparezcan. Pensamos que esto puede ser útil para otros pacientes: potenciando su respuesta inmune les ayudaríamos a frenar el desarrollo tumoral», explica Malumbres.
El descubrimiento de que el sistema inmunitario es capaz de desatar una respuesta defensiva contra las células con un número erróneo de cromosomas es, según este investigador del CNIO, «uno de los aspectos más importantes de este estudio, que puede abrir nuevas opciones terapéuticas en el futuro». El 70 por ciento de los tumores humanos tienen células con un número de cromosomas anómalo.
Para estudiar a fondo al paciente y a sus familiares –varios con mutaciones en el gen MAD1L1, pero solo en una de las copias–, los científicos utilizaron la tecnología de análisis de células únicas, que aporta una cantidad de información impensable hace solo unos años.
Se trata de analizar los genes «de cada una de las células sanguíneas por separado», explica Carolina Villarroya-Beltri, investigadora del CNIO y primera firmante del estudio. En la muestra hay muchos tipos de células diferentes y por lo general se secuencia el conjunto de ellas, «pero al analizar miles de estas células por separado, una a una, se puede estudiar qué le está pasando a cada célula concreta, y cuáles son las consecuencias de esos cambios en el paciente».
El análisis de células únicas desveló –entre otras anomalías– que en la muestra de sangre había varios cientos de linfocitos cromosómicamente idénticos, procedentes por tanto de una única célula en rápida proliferación». Los linfocitos son células defensivas que atacan invasores específicos; a veces, sin embargo, un linfocito prolifera demasiado y se extiende hasta formar un tumor. Ese es el proceso que en este trabajo estaría captando el análisis de células únicas: los estadios más iniciales de un cáncer.
A raíz de este hallazgo los investigadores proponen en su artículo que el análisis de células únicas puede utilizarse para identificar células con potencial tumoral mucho antes de que aparezcan síntomas clínicos, o marcadores observables en pruebas analíticas.
El estudio ha estado coordinado por los investigadores Sandra Rodríguez-Perales, jefa de la Unidad de Citogenética del CNIO; Marcos Malumbres, jefe del grupo de División Celular y Cáncer del CNIO; y Miguel Urioste, jefe de la Unidad Clínica de Cáncer Familiar del CNIO hasta enero de este año.