La diplomacia estadounidense ha pedido en privado al Gobierno ucraniano que deje abierta la posibilidad de negociar un acuerdo de paz con Rusia para convencer a los países aliados de que la guerra en Ucrania no se está enquistando y hay una opción de salida, según han explicado fuentes próximas a las negociaciones al ‘Washington Post’.
Estas fuentes hablan de un «intento calculado» por parte de EEUU para garantizar a Kiev el respaldo de gobiernos cuyos electorados comienzan a estar cansados del conflicto y de las consecuencias económicas que comporta.
«La fatiga sobre Ucrania es una realidad para algunos de nuestros socios», ha reconocido al medio un responsable estadounidense bajo condición de anonimato.
No obstante, el Gobierno estadounidense también ha trasladado a Kiev su convencimiento de que ninguna de las ofertas rusas para negociar tienen credibilidad alguna dadas sus exageradas demandas, que prácticamente equivalen a una rendición incondicional y el reconocimiento implícito de la soberanía rusa sobre los territorios ucranianos que se ha incorporado.
De hecho, a finales de septiembre, tras las anexiones rusas, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, declaró «imposible» negociar con su homólogo ruso, Vladimir Putin. «Negociaremos con el nuevo presidente», manifestó en un discurso.
No obstante, responsables estadounidenses consultados por el diario no descartan la posibilidad de que Zelenski respalde la posibilidad de una reapertura de las negociaciones una vez llegado el invierno, cuando las bajas temperaturas prácticamente imposibiliten los combates y se abra una ventana a la diplomacia.
De momento, y ante los avances ucranianos en Jersón y el posible ataque de la semana pasada contra el puerto de Sebastopol, los responsables norteamericanos se preguntan ahora si Ucrania tiene intención de lanzar ofensivas en la península de Crimea, una estrategia que sí podría terminar de sepultar todas las expectativas de un acuerdo de paz dada la importancia estratégica que este territorio, incorporado a Rusia desde 2014, representa para el Kremlin.
«Algunos de los países del G7 que han pedido una paz justa y negociada ven un posible punto de inflexión si las fuerzas ucranianas se acercan a Crimea», según las fuentes del diario.