Un borrador inicial sobre las líneas maestras de un posible tribunal especial para juzgar los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas rusas en Ucrania ha comenzado a circular por los pasillos de Naciones Unidas mientras Estados Unidos se ha ido abriendo a la posibilidad de facilitar la constitución de una corte que, pide Kiev, debería entrar en funcionamiento en septiembre del año próximo, a más tardar.
La embajadora de EEUU para la Justicia Penal Internacional, Beth Van Schaak, recordaba esta semana la buena predisposición de la Asamblea General de la ONU a la hora de adoptar decisiones favorables a Ucrania. «Hasta ahora, todas las resoluciones han prevalecido a favor de Ucrania, y con bastante contundencia», indicó durante una conferencia en Londres.
La embajadora no descartó la posibilidad de que EEUU llegue a desclasificar información de inteligencia para facilitar la actuación de este posible tribunal, una alternativa al Tribunal Penal Internacional (TPI), que ya ha comenzado a investigar a Rusia si bien no tiene competencias para juzgar al presidente de Rusia, Vladimir Putin, porque su país no ha firmado el estatuto por el que se somete a la autoridad de la corte.
En este contexto, la Unión Europea propone que, «sin dejar de apoyar el Tribunal Penal Internacional», se avance hacia la creación de un «tribunal especializado» respaldado por Naciones Unidas para «investigar y enjuiciar el crimen de agresión de Rusia».
Es precisamente este delito, el de agresión, en el que pone el foco también el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, consciente de que señalar a Moscú por el inicio del conflicto en sí mismo no es posible bajo el paraguas del TPI, corte con la que sí quiere no obstante seguir colaborando.
El Estatuto de Roma, que dio forma al TPI, prevé la agresión como un crimen que perseguir, pero su definición no fue respaldada por todas las partes, lo que impide que pueda ejercer jurisdicción sobre él. Sólo sería posible si el país de origen del supuesto agresor, en este caso Rusia, acepta la jurisdicción de la corte.
Es por ello que ahora mismo hay dos opciones sobre la mesa a la hora de constituir este nuevo tribunal: a través de un acuerdo bilateral entre Ucrania y la ONU — que goza de «ciertas bendiciones» en el seno de la Asamblea General, según Van Schaak — o un tribunal local ucraniano respaldado por la Unión Europea o la ONU.
Los oponentes del tribunal argumentan que la creación de la corte podría obstaculizar una posible negociación de paz entre Rusia y Ucrania, y que los líderes rusos podrían escudarse en la inmunidad diplomática para evitar su imputación. Rusia, en cualquier caso, ya ha avisado que no tiene la más mínima intención de reconocer a este tribunal, que ha descrito como un «mecanismo cuasijudicial» y partidista.
Van Schaack ha declarado que existe, no obstante, la posibilidad de que se escucharan casos «en ausencia» de crímenes de guerra rusos, dado que el sistema judicial de Ucrania lo permite.
«No hay nada intrínsecamente malo en los procedimientos en ausencia siempre y cuando cumplan con los estándares del debido proceso. ¿Son satisfactorios para los supervivientes? ¿Son satisfactorios para los observadores de la justicia? Probablemente no. Pero brindan un foro para que las víctimas testifiquen», ha estimado.