El secretario del Departamento de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha reiterado en una llamada al primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, la importancia del cese de hostilidades en Tigray, señalando la necesidad de la «retirada de todas las fuerzas extranjeras», en referencia a la participación de Eritrea en la guerra en apoyo a Adís Abeba.
El portavoz de Blinken, Ned Price, ha anunciado que el secretario de Estado ha hablado con Ahmed «sobre los esfuerzos para lograr una paz duradera en el norte de Etiopía».
«El secretario ha subrayado la importancia de implementar de inmediato el acuerdo de cese de hostilidades, incluida la retirada de todas las fuerzas extranjeras y el desarme concurrente de las fuerzas de Tigray», ha explicado Price a través de un comunicado de prensa.
Asimismo, «Blinken ha reconocido los esfuerzos continuos del Gobierno etíope para trabajar hacia la asistencia humanitaria sin obstáculos y la restauración de los servicios básicos».
El Departamento de Estado, además, ha reiterado su compromiso en cuanto al apoyo al proceso de diálogo liderado por la Unión Africana (UA).
El Gobierno etíope aseguró este martes estar «cumpliendo totalmente» con sus responsabilidades en el marco del acuerdo de alto el fuego con el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) tras cerca de dos años de conflicto en esa región situada en el norte del país.
El jefe del Servicio de Comunicaciones del Gobierno, Legesse Tulu, defendió que la paz duradera se logrará si hay «voluntad» por parte de las partes y abogó por «sanar las heridas». Legesse indicó que el Gobierno está «facilitando» la entrega de ayuda humanitaria en Tigray, uno de los compromisos clave de Adís Abeba.
Las palabras de Legesse han llegado después de que altos cargos del TPLF afirmaran el domingo que el grupo está trabajando para «rescatar» a la población tras dos años de guerra y defendieran el acuerdo alcanzado con el Gobierno y la continuación de conversaciones de cara a la firma de la paz.
Tsadkan Gebretensae y Getachew Reda, altos dirigentes del TPLF, indicaron en declaraciones a la cadena local DW TV que los militares eritreos siguen cometiendo «atrocidades» contra civiles en la región. «Nuestra intención con el acuerdo de paz es salvar a nuestro pueblo de la muerte por hambre, falta de medicamentos, atrocidades, desplazamiento y otros abusos», dijo Tsadkan.
El conflicto en Tigray estalló en noviembre de 2020 tras un ataque del TPLF contra la principal base del Ejército, situada en Mekelle, tras lo que el Gobierno de Abiy ordenó una ofensiva contra el grupo tras meses de tensiones a nivel político y administrativo, incluida la negativa del TPLF a la hora de reconocer un aplazamiento electoral y su decisión de celebrar comicios regionales al margen de Adís Abeba.
El TPLF acusa a Abiy de azuzar las tensiones desde su llegada al poder en abril de 2018, cuando se convirtió en el primer oromo en acceder al cargo. Hasta entonces, el TPLF había sido la fuerza dominante dentro de la coalición que gobernó Etiopía desde 1991, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), sustentada en las etnias. El grupo se opuso a las reformas de Abiy, que consideró como un intento de socavar su influencia.