El documento de trabajo para la etapa continental del Sínodo sobre la Sinodalidad pide una «Iglesia capaz de una inclusión radical» y revela la «incertidumbre» para responder a los desafíos que presentan, por ejemplo, los que sienten «una tensión» entre su pertenencia a la Iglesia y su vida afectiva. El Sínodo de la Sinodalidad, convocado por el Papa Francisco, culminará en el Vaticano en 2024.
«Entre los que piden un diálogo más incisivo y un espacio más acogedor encontramos a quienes, por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas, como, por ejemplo: los divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ», recoge la síntesis redactada por la Secretaría General del Sínodo a partir de las aportaciones de la primera fase del proceso sinodal, la local, para orientar el trabajo de las Asambleas Sinodales Continentales.
«Las síntesis muestran cómo este reclamo de una acogida desafía a muchas iglesias locales «, recoge el texto que, además, da cuenta de que la gente pide que la Iglesia sea un «refugio» para los heridos y rotos, no una «institución para los perfectos», según una cita de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.
El Vaticano ha precisado que el documento que se ha presentado este jueves no debe interpretarse como «un apoyo a posiciones procedente de una zona concreta del mundo».
DIMENSIÓN AFECTIVO-SEXUAL DE LOS SACERDOTES Entre otras cuestiones, recoge la necesidad de atender «las dimensiones afectivas y sexuales» de la vida de los sacerdotes y religiosos. También se señala la importancia de disponer «formas adecuadas de acogida y protección para las mujeres y eventuales hijos de los sacerdotes que han faltado al voto de celibato, ya que de otro modo corren el riesgo de sufrir graves injusticias y discriminaciones».
Por otro lado, se da cuenta de «las resistencias de parte del clero», así como «la pasividad de los laicos» ante la dinámica sinodal. Pero también otros obstáculos como las «estructuras jerárquicas que favorecen las tendencias autocráticas»; la «cultura clerical e individualista» o la ausencia de espacios «intermedios» que favorezcan los encuentros entre miembros de grupos que se encuentren divididos. En esta lista también figuran los escándalos de los abusos cometidos por miembros del clero o por personas que ejercen cargos eclesiásticos.
ACOMPAÑAMIENTO A EXCLUIDOS La experiencia sinodal puede leerse, según el documento, como «un camino de reconocimiento» para aquellos que se han sentido excluidos en la Iglesia. Así, se pide expresamente el acompañamiento de personas con discapacidad. «A pesar de sus propias enseñanzas, la Iglesia corre el peligro de imitar el modo en que la sociedad deja de lado a estas personas», alerta.
El texto también recoge los desafíos «del tribalismo, el sectarismo, el racismo, la pobreza y la desigualdad de género en la vida de la Iglesia y del mundo». Entre los grupos excluidos más mencionados están: los más pobres, los ancianos solos, los pueblos indígenas, los migrantes sin pertenencia alguna que llevan una existencia precaria, los niños de la calle, los alcohólicos y drogadictos, los delincuentes, las prostitutas y víctimas de trata, los supervivientes de abusos (en la Iglesia y fuera de ella), los presos o los grupos que sufren discriminación y violencia por motivos de raza, etnia, género, cultura y sexualidad.
IMPACTO DE LOS ABUSOS EN SU CREDIBILIDAD Según la síntesis, muchas iglesias locales señalan que se enfrentan a un contexto cultural «marcado por la disminución de la credibilidad y la confianza debido a la crisis de los abusos» y otras apuntan que «el individualismo y el consumismo» como factores culturales críticos.
Con todo, el Vaticano resalta que el tono de las síntesis «no es anticlerical», entendido como algo contra los sacerdotes o el sacerdocio ministerial. Muchas conferencias episcopales expresan «un profundo aprecio y afecto por los sacerdotes» pero manifiestan su deseo de que estén «mejor formados, mejor acompañados y menos aislados». Sin embargo, señalan la importancia de «librar a la Iglesia del clericalismo, para que todos sus miembros, tanto sacerdotes como laicos, puedan cumplir con la misión común».
«El clericalismo se considera una forma de empobrecimiento espiritual, una privación de los verdaderos bienes del ministerio ordenado y una cultura que aísla al clero y perjudica al laicado», añade.
UNANIMIDAD SOBRE LA MALA CALIDAD DE LAS HOMILÍAS Por último, se resaltan las principales limitaciones de la praxis celebrativa, que oscurecen su eficacia sinodal. En particular, se subraya «el protagonismo litúrgico del sacerdote y la pasividad de los participantes» o «el alejamiento de la predicación respecto a la belleza de la fe y la concreción de la vida». «La calidad de las homilías se señala casi unánimemente como un problema», alerta.
Según datos la Secretaría General del Sínodo de este organismo del Vaticano, se recibieron síntesis de 112 de las 114 conferencias episcopales y de las quince iglesias orientales católicas, además de las reflexiones de 17 de los 23 dicasterios de la Curia Romana, así como las de los superiores y superioras generales (USG/UISG), los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, las asociaciones y movimientos de fieles laicos. A ese material hay que sumar las opiniones recogidas a través de las redes sociales gracias a la iniciativa del ‘Sínodo Digital’.