Investigadores de la Universidad de Okayama (Japón) han investigado la relación entre la incidencia de la fiebre y los niveles de anticuerpos tras recibir la tercera dosis de la vacuna contra la COVID-19 de Moderna.
Las vacunas de ARNm de COVID-19 generan reacciones adversas como fiebre y fatiga que se consideran normales y son de naturaleza transitoria. Sin embargo, existen escasas pruebas clínicas sobre la relación entre esta incidencia de la fiebre y el recuento de anticuerpos, especialmente después de la tercera dosis de la vacuna.
Las vacunas de ARNm imitan la estructura de la superficie del SARS-CoV-2 en el organismo. Las células inmunitarias las tratan entonces como patógenos invasores y producen anticuerpos contra ellos. Así, el recuento de anticuerpos puede utilizarse como resultado cuantitativo de la respuesta del sistema inmunitario a una vacuna.
Para su estudio, los investigadores reclutaron a 49 empleados y estudiantes universitarios como sujetos. Sólo se seleccionaron los participantes que no habían sufrido anteriormente la COVID-19 (hasta donde ellos sabían).
Todos los sujetos fueron encuestados para detectar reacciones adversas una semana después de haber recibido la tercera dosis de la vacuna de Moderna. Simultáneamente, se midieron los niveles de anticuerpos de todos los sujetos justo antes de recibir la vacuna, 3 días después, 1 semana después y finalmente 1 mes después de la dosis.
Utilizando un modelo estadístico, se estipularon las correlaciones entre la incidencia de la fiebre y los niveles de anticuerpos en varios puntos temporales. Para tener en cuenta los factores que contribuyen a la aparición de la fiebre después de la vacunación, el equipo también tuvo en cuenta el sexo, las diferencias de edad, los antecedentes de alergia y el uso de antipiréticos (medicamentos para reducir la fiebre) entre los participantes.
A continuación, se clasificó a los sujetos en un grupo con o sin fiebre en función de los resultados de la encuesta. Se comprobó que el grupo con fiebre tenía más probabilidades de ser más joven (de 20 a 49 años) y de tener antecedentes de alergias. Después, se analizaron los niveles de anticuerpos en diferentes momentos de los dos grupos.
A la semana de la vacunación, el grupo con fiebre tenía unos recuentos de anticuerpos sustancialmente más altos que el grupo sin fiebre. Sin embargo, al mes de la vacunación no parecía haber ninguna correlación entre la incidencia de la fiebre y los niveles altos de anticuerpos.
Este es el primer estudio que destaca las asociaciones entre la inducción de la fiebre y los niveles de anticuerpos en varios momentos después de la tercera dosis de la vacuna de Moderna.
«Los títulos de anticuerpos tras la vacunación con de Moderna pueden ser más rápidos en el grupo con fiebre tras la vacunación, pero la diferencia puede no ser significativa un mes después de la vacunación», ha concluido el equipo investigador, cuyo trabajo se ha publicado en la revista científica ‘Journal of Epidemiology’.
Los autores también sugieren que, si bien estas observaciones contradictorias pueden no tener una relevancia clínica significativa, un estudio con un tamaño de muestra mayor podría proporcionar mejores conocimientos.