El exdirector adjunto operativo de la Policía Nacional Eugenio Pino ha señalado este miércoles que si bien en un inicio se creyó que un policía perteneciente a Asuntos Internos fue quien filtró a los periodistas la reunión entre el CNI y Asuntos Internos de octubre de 2014, posteriormente el que fuera responsable de ese departamento, Marcelino Martín-Blas, le dijo que quizá él dejó una llamada en abierto en el teléfono y que ese pudo ser el medio por el que se grabó.
Así lo ha explicado durante su declaración como testigo en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid contra Villarejo, en el que se le acusa de ordenar grabar y difundir una reunión entre agentes de la Policía Nacional y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sobre la investigación relativa a Francisco Nicolás Gómez Iglesias, conocido como ‘El Pequeño Nicolás’.
Esta versión choca frontalmente con lo que sostuvo Martín-Blas ayer, ya que dijo que no recibió ninguna llamada durante la reunión sino que le instalaron un troyano en el móvil que fue el que posibilitó que grabaran la conversación con agentes del CNI.
Durante la sesión de este miércoles han testificado tanto Pino como el inspector de Asuntos Internos encargado de la investigación a Gómez Iglesias, Rubén Eladio López. Los interrogatorios han girado principalmente sobre la grabación de esa reunión, pero han derivado –gracias a los interrogatorios de las defensas– a las rencillas que existían entre el propio Villarejo y Martín-Blas –enemigos acérrimos, ha dicho Pino–, la conocida como guerra de comisarios.
En su declaración, Pino ha subrayado, contrariamente a lo sostenido en el día de ayer por Martín-Blas, que fue éste quien le pidió llevar la investigación relativa a ‘El Pequeño Nicolás’ después de que el entonces secretario de Estado de Comercio Jaime García-Legaz le dijera que «había un tío» que le estaba coaccionando. «Le gustaban las tías», ha recordado Pino de García-Legaz.
Si bien en un inicio Pino no quería darle la investigación, tras ser informado por él de que había un policía municipal implicado, cedió y le dejó la batuta del caso.
«BRONCA PATERNAL»
Al hilo, una de las acusaciones ha sacado a colación la «bronca paternal» que Martín-Blas le echó por teléfono a Gómez Iglesias tras conocer que coaccionaba a García-Legaz. Al respecto, Pino ha explicado que el exjefe de Asuntos Internos le dijo que el CNI había escuchado esa conversación –se entiende que pinchando el teléfonoa uno de los dos interlocutores– y que querían que llevara él ese asunto porque «se les había ido de las manos».
Preguntado por varias de las partes por la reunión con el CNI que se produce ese 20 de octubre de 2014 tras la detención de Gómez Iglesias y que luego se filtró a medios, ha recalcado que esa y otras reuniones se realizaron a sus espaldas y que tuvo conocimiento de las mismas con posterioridad, por lo que se entiende que no pudo en ningún caso hablar sobre ellas con el comisario José Manuel Villarejo.
Así, ha indicado que desde la DAO no se transmitió a Villarejo nada sobre la investigación a ‘El Pequeño Nicolás’ ni sobre que esa reunión se iba a celebrar, algo que arrojaría dudas sobre cómo se podría haber enterado el investigado de la misma para perpetrar su grabación y posterior difusión en un medio de su propiedad, Información Sensible.
LA LLAMADA DE MIER Sobre la investigación que realizan para conocer cómo fue posible que la reunión de Asuntos Internos con el CNI fuera grabada, Pino ha explicado que en un primer momento se decide cesar a un policía ante la sospecha de Martín-Blas de que fuera el que la captó, pero fue restituido inmediatamente después de que el exjefe de Asuntos Internos dijera que también era posible que «igual él se había dejado en abierto el teléfono». «¡Pues estamos frescos, Marcelino!», recuerda que le espetó tras avisar de que «no era un adalid de la técnica».
Esta tesis choca con lo sostenido este martes por Martín-Blas, que no dijo que le hubieran llamado y que se dejara el teléfono sin colgar, sino que su teléfono fue infectado por un troyano tras una llamada entrante del periodista Carlos Mier de ese mismo día que, además, no quedó registrada.
López que también estuvo en la reunión con el CNI, ha mantenido que del informe de la policía científica sobre la grabación se concluyó que había sido por canal telefónico, y se descartó un micrófono o la escucha teledirigida desde el exterior.
Además, ha indicado que tras examinar los teléfonos de los asistentes (los policías entregaron voluntariamente sus terminales) determinaron que quien había recibido una llamada durante la reunión del 20 de octubre fue Martín-Blas. «Era el único que tenía el teléfono móvil», ha dicho, para luego recordar que a él le hicieron dejar su terminal fuera del despacho.
TELÉFONO ZOMBIE Al hilo, ha indicado de la investigación se desprende que esa llamada recibida en el iphone 4 de Martín-Blas duró unos 13 minutos y provenía del teléfono del periodista investigado, que trabajaba para un medio propiedad de Villarejo.
Rubén Eladio López ha defendido, como hiciera ayer el que fuera su jefe, que el móvil de Martín-Blas era «un teléfono zombie» infectado por un ‘malware’, un troyano que lo activaba para grabar de forma remota.
La Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid juzga tanto a Villarejo como a su mujer, Gemma Alcalá, y al periodista Carlos Mier por un presunto delito de descubrimiento y revelación de secretos. La Fiscalía pide para el comisario una pena de cuatro años de prisión, mientras que para su mujer y para Mier solicita tres años de cárcel al considerar que actuaron como cooperadores necesarios. La Abogacía del Estado solicitó las mismas penas por los mismos delitos.