Más de 50.000 personas han perdido la vida mientras intentaban emigrar hacia otros países desde el año 2014, según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que sólo tiene en cuenta las muertes «documentadas».
Más de la mitad de los fallecimientos tienen como escenario u objetivo Europa, hasta el punto de que al menos 25.104 migrantes han fallecido sólo en aguas del Mediterráneo. Estas rutas europeas también encabezan el listado en cuanto a desaparecidos, ya que en el Mediterráneo se habrían perdido los restos de 16.032 migrantes.
África es la segunda región con más muertes –supera las 9.000, aunque los expertos asumen que es sólo una pequeña proporción del total–, mientras que las Américas figuran en tercer lugar. En esta última región se han registrado casi 7.000 fallecimientos, casi 4.700 de ellos en las rutas que llevan hacia Estados Unidos.
Una de las grandes lagunas a la hora de recabar datos es el esclarecimiento del origen del migrante, ya que en más de 30.000 casos no hay nacionalidad conocida. De las nacionalidades que sí se conocen, más de 9.000 corresponden a países africanos, más de 6.500 a asiáticos y unas 3.000 a americanos, según este estudio, que establece Afganistán, Siria y Birmania como los principales emisores.
Una de las autoras del informe, Julia Black, ha lamentado que, pese a la evidencia de los datos, «se ha hecho muy poco para atajar las consecuencias de estas tragedias, por no hablar de prevenirlas». «Independientemente de las razones que llevan a estas personas a moverse, nadie se merece morir en busca de una vida mejor», ha advertido.