La presidenta de la Mancomunidad de Canales del Taibilla y coordinadora del Marco de Actuaciones Prioritarias para la Recuperación del Mar Menor, Francisca Baraza, ha reclamado «complicidad» y «respuesta» de todas las partes, sectores, administraciones y colectivos implicados en las soluciones necesarias para restaurar la laguna salada murciana con una «mirada hacia el futuro».
Durante su intervención en una jornada técnica sobre el marco de actuaciones para el periodo 2022-2026, Baraza ha reconocido que en este periodo está «claro» que no se va a lograr la restauración completa del ecosistema, pero confía en que este primer plazo será «clave» para sentar las bases de un segundo plan y de futuras actuaciones hasta lograr el buen estado completo del Mar Menor en un horizonte temporal que aún lejano.
A su juicio, para lograr el «éxito» es precisa la participación y cooperación entre las distintas administraciones, locales, autonómica y estatal en la respuesta coordinada dado el «grado de degradación avanzado» en el que se encuentra el Mar Menor en «todos» sus procesos ecológicos y que han generado una «alarma social y una preocupación social importantísima como nunca antes se ha conocido en la Región».
«Nos hemos puesto en el mapa de las catástrofes y de los eventos derivados de una mala gestión y de usos, que ha provocado la desrregulación del sistema. Hay una necesidad de restablecer los equilibrios», ha defendido.
No obstante, ha elogiado la buena coordinación y relación a nivel técnico entre el Ministerio, la Región de Murcia y en particular con los Ayuntamientos de la Región para afrontar «juntos» este grave problema ambiental.
La coordinadora ha lamentado la falta de control acumulado durante años en el desarrollo de sectores como el agrícola, ganadero, urbanístico, minero, turístico y recreativo y ha incidido en que todos tienen una parte de responsabilidad en «cúmulo de problemas» que han derivado en la situación actual del enclave.
«Hubo una desmesura en la generación de actividades y eso se ha pagado caro porque genera desequilibrios», ha puntualizado Baraza que ha manifestado que la «desregulación» y el «dejar hacer», así como una evidente falta de control en el desarrollo de cada uno de estos sectores ha producido una intensificación en la suma de usos. En definitiva, observa que todo ello hace que ahora se están pagando los efectos de una trayectoria de desarrollo mal planificada y poco regulada.
Precisamente ese escenario ha provocado distintos eventos de hipoxia en 2016, 2019 y el último, en 2021, derivó en la puesta en marcha a iniciativa del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico en colaboración con el Gobierno murciano y los ayuntamientos, de un Marco de actuaciones prioritarias dirigido, desde la evidencia científica, a «poner orden», a respetar las leyes pero desde la escucha a la sociedad civil, los sectores y con la participación e implicación de todas las administraciones.
Baraza ha subrayado la importancia de restablecer la legalidad con mecanismos de control, reducir regadíos ilegales y actuar en el origen del problema que sitúa no solo en la ribera del Mar Menor sino en el conjunto de la cuenca vertiente: el Campo de Cartagena, que ocupa algo más de 1.300 kilómetros cuadrados.
Para ello, ha incidido en la importancia de desarrollar soluciones basadas en la naturaleza, restaurar espacios degradados que son de vital importancia para la mejora del enclave lagunar como la Rambla del Albujón e introducir cambios en el modelo agrícola de aquí a 2026.
En concreto, ha explicado que el plan marco se basa en cuatro pilares, la reducción y la eliminación de las aportaciones contaminantes; la renaturalización y la mejora ambiental de la cuenca vertiente; el seguimiento y observación del estado del Mar Menor y su cuenca, reforzando el conocimiento y el establecimiento de una estrategia de intervención de seguimiento de las actuaciones y una proyección futura más allá del horizonte 2026.
En su conjunto, el plan establece 10 líneas de actuación que suman inversiones por 484,42 millones de euros para todo el periodo. Desde la puesta en marcha del plan, en febrero de 2022, se ha comprometido inversiones por un total de 96,91 millones, que representan el 19 por ciento del total.
«Nunca ha habido a nivel de Estado una intervención de esta cuantía, con este despliegue de medios tan impresionante para un objetivo así», ha asegurado Baraza que califica de éxito el modelo desarrollado que ahora se está siguiendo para establecer un programa de trabajo para el entorno de Doñana.
Las inversiones se efectuarán en diez líneas de actuación. Para la ordenación y vigilancia del dominio público hidráulico se emplearán algo más de 26 millones de euros para, por ejemplo, reforzar la vigilancia e inspección y control de la normativa o precintar riegos ilegales.
Asimismo, para la restauración y mejora ambiental en el ámbito de la cuenca con soluciones basadas en la naturaleza se emplearán 227,90 millones de euros en proyectos como la mejora ambiental y la renaturalización de las ramblas, como la del Albujón o Miranda con corredores verdes que doten de conectividad a toda la red de drenaje y sobre todo en las que están afectadas por la histórica actividad minera en la zona.
Por otro lado, en el ámbito de la protección de la ribera del Mar Menor y del Mediterráneo se emplearán cerca de 28 millones de euros; mientras que en la gestión de riesgos de inundación y para reducir la carga de contaminante se invertirán 182 millones; otros 40 millones se emplearán en la restauración de la zona minera y 15 millones de euros más en investigación científica.
«Si conseguimos todo esto vamos a dar un cambio impresionante a toda la zona», ha comentado Baraza que no «demoniza» a la agricultura sino que defiende otro modelo productivo de esta, pero más sostenible, por lo que quiere reconvertir el sector para que sea «de futuro y beneficioso para el territorio».
El Mar Menor es un ecosistema lagunar muy frágil que ha sufrido importantes presiones antrópicas y como consecuencia en la actualidad es una laguna altamente eutrofizada fruto del exceso de la concentración de nutrientes y materia orgánica en el medio acuático. Así, el investigador del CEBAS-CSIC, Gonzalo González Barberá, ha explicado los cambios antrópicos profundos en el Campo de Cartagena desde finales del siglo XIX, que se agudizaron en los años 70 con la intensificación del regadío y desde el trasvase Tajo-Segura, que derivaron en una sobrexplotación de recursos y un incremento de hasta 10 veces la superficie de regadío. «El Campo de Cartagena recibe más del doble de agua que la que percibía por precipitación», ha comentado.
Así, al aumentar el riego el Campo de Cartagena se fertiliza mucho más y la obtención de agua de riego con la desalación ha exacerbado el problema, porque la sal sobrante se vierte a través de salmueductos a la Laguna, lo que agudiza a su vez el problema multifactorial, hasta el punto que a mediados de los años 2000 «más de la mitad del nitrato procedía del salmueducto, no del regadío».
En 2016 se produjo el evento conocido como sopa verde que acabó con la mayoría de las praderas de macroalgas de la laguna a lo que hay que añadir que en 2019 se produjo una mortandad masiva de fauna marina por lluvias torrenciales de la DANA en el Campo de Cartagena.
Por su parte, el investigador del IEO-CSIC Juan Manuel Ruiz se ha centrado en los desequilibrios entre el ecosistema marino y terrestre y ha expuesto la proliferación de especies oportunistas como ciertas algas que aumentan el problema de eutrofización.
