El juicio por el que Francisco Javier Almeida se enfrente a la pena de prisión permanente revisable por, presuntamente, asesinar al niño Álex en Lardero, y a otros quince años acusado de agredirle sexualmente, afronta la recta final con las últimas testificales y conclusiones.
Mañana lunes, 27 de marzo, se procederá a escuchar las testificales cuya declaración estaba prevista, la semana pasada, por videoconferencia pero que no pudieron realizarse por problemas técnicos.
Dada la trascendencia del juicio por la gravedad de los hechos y las elevadas penas el juez, Fernando Solsona, optó por pedir la declaración presencial para contar con las máximas garantías.
Se trata de un psiquiatra forense del Instituto de Medicina Legal de Segovia, donde estuvo interno Almeida y cuya compañera sí pudo declarar. También están previstos diversos agentes.
El martes, 28 de marzo, está prevista la última sesión del juicio, por jurado popular, con la lectura de las conclusiones por parte de la acusación pública, el fiscal Enrique Stern; la abogada Alicia Redondo, por parte de la acusación particular y popular; y el abogado de la defensa, Cesa Martínez.
El acusado tendrá derecho a la última palabra cerrando unas sesiones que empezaron el pasado lunes, 20 de marzo, en el que Almeida, por primera vez, decidió declarar.
Lo hizo para asegurar que recordaba lo que ocurrió ese día con una ’’nube’’ y reconocer que la agresión sexual ocurrió pero alegando que el niño lo hizo todo ’’voluntariamente’’.
Aseguró no poder explicar por qué subió el niño a su casa y afirmó que, cuando un vecino, y la policía, le encontraron con el niño en brazos iba a pedir ayuda: ’’Algo se me encendió y lo cogí para pedir ayuda y llevarlo al hospital’’.
No obstante, los policías que lo encontraron han asegurado en el juicio que al ser descubierto tuvo actitud de ’’esconder’’ al niño.
’’Ese día bebí un montón’’, dijo Almeida e, inmediatamente, los agentes que acudieron ese día a declarar lo desmontaron: su andar, o su aliento, no eran los de una persona que hubiese bebido.
Más adelante, un policía que participó en la detención contó que Almeida ’’estaba muy tranquilo’’ cuando lo detuvieron. También, que ’’no podía tener afectada’’ la movilidad, ’’cuando bajó de un tercero a un segundo, por las escaleras, con un niño en brazos’’.
El agente que dirigió la investigación afirmó, en base a las evidencias, que fue una muerte ’’extremadamente violenta’’ y una agresión sexual ’’más todavía’’. Fue algo que, en otra sesión, corroboraron las forenses.
El relato de lo que ocurrió ese día fue desgranado por diversos testigos, entre ellos, el padre del menor, en una de las sesiones más duras.
Ese día, 28 de octubre del 2021, habían acudido al merendero de unos amigos, situado en el parque Entre Ríos, en Lardero, a celebrar Hallowen. Álex iba disfrazado de la niña del exorcista, de hecho, algunos niños se pensaban que era una chica y él les enseñaba la peluca para demostrarles que no.
Ya iban a cenar y les pidieron a los niños, que estaban jugando en fuera, que entraran. Álex pidió despedirse de los amigos y le dejaron salir. A Álex le acompañó otra niña: ’’Espera que va contigo’’, le dijo su padre y Álex se volvió y asintió.
’’En nada, vino’’ la otra niña, relató el padre, ’’diciendo que se lo había llevado un señor’’.
No pudo evitar derrumbarse. ’’Estamos muertos en vida. Nos han quitado la alegría’’ dijo a una pregunta de la abogada de la acusación, ante lo que el juez exigió, e imploró, que no siguiera preguntando en esa línea.
Para el padre de Álex, Almeida se lo tuvo que llevar a la fuerza. ’’Para mi sí’’, dijo contestando a una pregunta del jurado.
Comenzó una búsqueda frenética primero por los padres, a los que se fueron uniendo otros adultos así como Policía Local de Villamediana, un agente de Arnedo que pasaba con su moto y Guardia Civil de Villamediana.
’’Ha sido el hombre del banco, el que te dije que no me gustaba’’, le dijo un niño a su madre e indicó a los adultos dónde vivía Almeida porque los niños lo conocían ya que les vigilaba desde un banco, les seguía e invitó a varios a ir a su casa.
Los niños le llamaban ’el viejo’ y llegaron a sacarle una foto. ’’A mi, siempre que lo veía me daba miedo porque me intentó llevar a su casa’’, relató una niña. La madre de esta niña llamó a la policía y quiso poner una denuncia, pero le dijeron ’’qué iba a denunciar’’.
’’Nos miraba todo el rato y no me gustaba. Me daba miedo, me daba mala vibra’’, testificó otro niño. Es el que pudo guiar a los adultos, esa noche, al portal número 5 donde vivía ’el hombre del banco’.
Un vecino abrió a los agentes y, mientras éstos subían por el ascensor, subió por las escaleras. Se encontró a Almeida en el segundo, bajando de su casa, en el tercero. Le preguntó ’’qué haces’’ y Almeida le contestó que era una niño que ’’una amiga’’ le había dejado para que lo cuidara.
’’Que se me ha desmayado, me parece que dijo’’, ha contado este vecino. Los policías que acudieron a su grito le preguntaron a Almeida ’’qué has hecho’’, mientras se lo arrebataban. Intentaron, primero ellos y luego los sanitarios, reanimarlo sin éxito.
Esa noche también acudieron las psicólogas del Equipo de Respuesta Inmediata del SOS Rioja-Cruz Roja. Se encontraron a la mamá de Álex abrazada al cuerpo sin vida de su hijo y al papá ’’ausente, con la mirada perdida’’.
Los dos estaban ’’en shock’’. Desde entonces, la atención que les han prestado es ’’continuada porque presentan una grave afección psicológica’’.
Aquella noche, ambos, ’’vivieron una situación traumática que les dejó un shock muy fuerte’’. Ella tiene un duelo patólogico cronificado por las circunstancias. Él, por su parte, se encuentra en duelo congelado. Son ’’víctimas con secuelas permanentes’’.
Con respecto al hermano de Álex, de siete años entonces, su terapeuta ha relatado cómo presenta un trastorno de estrés postraumático. No es capaz de tener un sueño reparador y, además de secuelas emocionales, tiene secuelas cognitivas: desmotivación y falta de concentración.
Álex era su ’’héroe’’ y le han ’’robado la identidad’’ además de la posibilidad de criarse en un hogar feliz y sano, ha contado su terapeuta.
El niño repite conductas de su hermano como forma de ’’mantenerlo’’, ha contado la psicóloga, que no pudo evitar estallar en llanto en el juicio. El hermano tiene la ’’idea obsesiva de que tiene que ser policía para proteger a otros niños’’.
Las peritos forenses que participaron en el levantamiento del cadáver, y posterior autopsia, han certificado en el juicio que murió por asfixia con una ’’brutalidad extrema, sin ninguna duda’’, y que la pérdida de conocimiento se dilató en el tiempo.
Las pruebas narran que hubo intento de huída por parte del niño, porque se ve, por las marcas, que el acusado le agarró de la muñeca y tiró. Además, las lesiones traducen que le sujetó y le agarró la cara teniéndolo de frente. También, que lo inmovilizó.
Tras la agresión sexual, que se realizó estando vivo el niño, tal y como certifican los hematomas que le produjo, se produjo la muerte por asfixia usando los brazos y desde atrás. Ésta, ha explicado la forense, no fue inmediata porque, de quererlo, no se le habría dejado holgura durante la asfixia.
El acusado ’’sabía lo que hacía’’ y se movía guiado ’’por su voluntad y sus deseos’’, afirmó la psiquiatra que valoró a Almeida en noviembre de 2021, una vez trasladado del centro penitenciario de Logroño a la prisión de Segovia.
Fuente: (EUROPA PRESS)