El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha celebrado el acuerdo alcanzado entre el Gobierno de Etiopía y el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) para el cese de las hostilidades y ha apuntado que es un «paso fundamental» para un posible fin del conflicto.
Guterres ha catalogado el acuerdo como «un paso audaz» dado por ambas partes y ha invitado tanto a la población etíope como al conjunto de la comunidad internacional a apoyar a el pacto, según una declaración del portavoz de la Secretaría General, Stéphane Dujarric.
«El secretario general promete su apoyo a las partes en la implementación de las disposiciones del acuerdo y las insta a continuar con las negociaciones (…) con un espíritu de reconciliación a fin de llegar a un arreglo político duradero, silenciar las armas y devolver al país al camino de la paz y la estabilidad», ha dicho Dujarric.
Asimismo, en vistas de este acuerdo, Guterres ha instado a todas las partes involucradas en el conflicto a aprovechar la situación para brindar la asistencia humanitaria necesaria en las zonas más afectadas por el conflicto, a la par que se restaran los servicios públicos esenciales.
Finalmente, el máximo representante de Naciones Unidas ha felicitado a la Unión Africana y Sudáfrica por haber impulsado y acogido unas negociaciones que, finalmente, han fructificado en este cese de hostilidades en un momento en el que el conflicto se acerca a su segundo año de actividad.
El mediador de la Unión Africana, Olusegun Obasanjo, ha anunciado este miércoles que el Gobierno de Etiopía y el TPLF han firmado un acuerdo para el cese de hostilidades en el marco del conflicto que asola la región de Tigray (norte) desde noviembre de 2020.
Las conversaciones han contado con la presencia del expresidente de Kenia Uhuru Kenyatta y del ex vicepresidente de Sudáfrica Phumzile Mlambo-Ngcuka, así como con representantes de la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD), de Naciones Unidas y de Estados Unidos.
El TPLF aceptó sentarse a dialogar con el Gobierno etíope a principios de octubre, una iniciativa planteada por la UA para alcanzar una «resolución pacífica del conflicto actual». Una de las condiciones del TPLF fue que durante las negociaciones hubiese «actores adicionales» como observadores o garantes.
La guerra ha sufrido un recrudecimiento durante las últimas semanas tras el estallido de nuevos combates en agosto después de cinco meses de tregua humanitaria pactada entre las partes. El TPLF denunció anteriormente una ofensiva a gran escala del Ejército eritreo en apoyo a las fuerzas etíopes.
El conflicto en Tigray estalló en noviembre de 2020 tras un ataque del TPLF contra la principal base del Ejército, situada en Mekelle, tras lo que el Gobierno de Abiy Ahmed ordenó una ofensiva contra el grupo tras meses de tensiones a nivel político y administrativo. En la actualidad hay en vigor una «tregua humanitaria», si bien ambas partes se han acusado de impedir la entrega de ayuda.
El TPLF acusa a Abiy de azuzar las tensiones desde su llegada al poder en abril de 2018, cuando se convirtió en el primer oromo en acceder al cargo. Hasta entonces, el TPLF había sido la fuerza dominante dentro de la coalición que gobernó Etiopía desde 1991, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), sustentada en las etnias. El grupo se opuso a las reformas de Abiy, que consideró como un intento de socavar su influencia.