El Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell, ha reconocido haber recibido con satisfacción el acuerdo alcanzado entre el Gobierno de Etiopía y el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) para el cese de las hostilidades.
Borrell ha puesto en valor el «compromiso» de ambas partes, así como su «valentía» en dar pasos orientados hacia la paz. Asimismo, ha ensalzado la labor de la Unión Africana (UA), mediadora en el acuerdo, y a Sudáfrica, país anfitrión de las conversaciones.
«Es necesaria una rápida aplicación sobre el terreno del acuerdo alcanzado hoy. La prioridad es reanudar el acceso humanitario en todas las áreas afectadas y restaurar los servicios básicos, en particular en Tigray», ha incidido Borrell en un comunicado.
Sin embargo, al máximo representante de la diplomacia europea ha alentado a las partes a no limitarse a este acuerdo y ha abogado porque se realicen más negociaciones para lograr un alto el fuego permanente y poder impulsar conversaciones políticas del más alto nivel.
Finalmente, Borrell ha trasladado su apoyo a la población etíope en un momento en que se acerca el segundo aniversario del inicio de las hostilidades. «Sigue siendo de suma importancia que las víctimas vean que se hace justicia con los perpetradores de estos crímenes», ha zanjado el representante europeo, ensalzado la rendición de cuentas como una «pieza angular» para la paz y la reconciliación.
El mediador de la Unión Africana, Olusegun Obasanjo, ha anunciado este miércoles que el Gobierno de Etiopía y el TPLF han firmado un acuerdo para el cese de hostilidades en el marco del conflicto que asola la región de Tigray (norte) desde noviembre de 2020.
Las conversaciones han contado con la presencia del expresidente de Kenia Uhuru Kenyatta y del ex vicepresidente de Sudáfrica Phumzile Mlambo-Ngcuka, así como con representantes de la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD), de Naciones Unidas y de Estados Unidos.
El TPLF aceptó sentarse a dialogar con el Gobierno etíope a principios de octubre, una iniciativa planteada por la UA para alcanzar una «resolución pacífica del conflicto actual». Una de las condiciones del TPLF fue que durante las negociaciones hubiese «actores adicionales» como observadores o garantes.
La guerra ha sufrido un recrudecimiento durante las últimas semanas tras el estallido de nuevos combates en agosto después de cinco meses de tregua humanitaria pactada entre las partes. El TPLF denunció anteriormente una ofensiva a gran escala del Ejército eritreo en apoyo a las fuerzas etíopes.
El conflicto en Tigray estalló en noviembre de 2020 tras un ataque del TPLF contra la principal base del Ejército, situada en Mekelle, tras lo que el Gobierno de Abiy Ahmed ordenó una ofensiva contra el grupo tras meses de tensiones a nivel político y administrativo. En la actualidad hay en vigor una «tregua humanitaria», si bien ambas partes se han acusado de impedir la entrega de ayuda.
El TPLF acusa a Abiy de azuzar las tensiones desde su llegada al poder en abril de 2018, cuando se convirtió en el primer oromo en acceder al cargo. Hasta entonces, el TPLF había sido la fuerza dominante dentro de la coalición que gobernó Etiopía desde 1991, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), sustentada en las etnias. El grupo se opuso a las reformas de Abiy, que consideró como un intento de socavar su influencia.