El presidente de Camerún, Paul Biya, celebrará este domingo su cuarta década al frente del poder en la economía más grande de África Central entre las peticiones de reforma de la oposición y las dudas sobre su comparecencia a las elecciones de 2025.
Solo el mandatario ecuatoguineano Teodoro Obiang Nguema se ha pasado más años en el poder que Biya, conocido como ‘La Esfinge’ y cúpula de una estructura de poder a su servicio que le ha convertido en impermeable a cualquier intento para apartarle del cargo.
Se desconoce todavía si el mandatario, de 89 años, acudirá a los festejos que está organizando su partido, el histórico Movimiento Democrático del Pueblo Camerunés (MDPC), fuerza dominante en las dos cámaras del Parlamento desde su fundación en 1985, solo tres años después de su llegada al poder el 6 de noviebre de 1982.
Ese día, Biya se convirtió en el segundo presidente del país tras su independencia, después de la dimisión de Ahmadu Ahidjo, en la culminación de las aspiraciones políticas del que en su día intentara convertirse en sacerdote católico antes de acabar estudiando ciencias políticas en París.
Sus partidarios celebran avances como la introducción de elecciones multipartidistas o la política económica que ha incorporado a Camerún a la realidad actual. Las festividades celebrarán «la estabilidad política y la paz, los mayores éxitos de las últimas cuatro décadas en Camerún», declaró ante los medios cameruneses Herve Emmanuel Nkom, miembro del comité central del partido.
La oposición, por contra, denuncia que las reformas políticas del presidente no han sido sino espejismos para consolidarle en el poder sin llamar demasiado la atención de la comunidad internacional. Líderes opositores como Maurice Kamto, del Movimiento para el Renacimiento de Camerún, recuerdan las polémicas elecciones presidenciales de 2018 en las que Biya se alzó con la victoria entre críticas de fraude, diez años después de su decisión de eliminar el límite de mandatos.
Otro grave problema de Camerún es el de la corrupción endémica en un país que ocupó el primer puesto de esta lista de Transparencia Internacional en 1998 y 1999. En el nuevo índice ocupa el puesto 144 de la lista de 180 países más transparentes del mundo.
El presidente también ha sido incapaz de sofocar el sangriento conflicto separatista anglófono que arrancó en 2016 y que se recrudeció a raíz de la autoproclamación de la independencia de Ambazonia por los separatistas el 1 de octubre de 2017.
La violencia ha causado alrededor de 6.000 muertos y una gran crisis humanitaria, con casi 600.000 personas desplazadas internamente en las regiones angloparlantes y vecinas, y más de 77.000 obligados a convertirse en refugiados en Nigeria, según organizaciones humanitarias.
A ello hay que añadir la insurgencia de la organización yihadista Boko Haram, que se extendió al país desde 2013.
En este escenario Biya, que rara vez habla con los medios, sigue dejando en el aire si buscará la reelección, entre especulaciones sobre su estado de salud, o se retirará al final de su mandato actual y pasará el testigo a su hijo Franck o algún barón de su partido.
«Esperen hasta el final del mandato para saber si me quedaré o regresaré a mi aldea», declaró Biya en julio durante una conferencia de prensa conjunta con el presidente francés, Emmanuel Macron, en Yaundé.