Arizona, Georgia, Michigan, Pensilvania, Wisconsin y Nevada ocuparán buena parte de la atención en la noche electoral del 8 de noviembre, cuando Estados Unidos decidirá la nueva composición de las dos cámaras del Congreso en una votación que marcará irrevocablemente los dos últimos años de mandato de Joe Biden antes de las presidenciales de 2024.
Seis estados cuyas carreras electorales, bien al Senado, a las cámaras, a las gobernaciones o incluso las votaciones adicionales que también se celebrarán allí sobre temas tan importantes como el aborto o el derecho a voto, capturan la realidad electoral de unos comicios de gran importancia de puertas hacia dentro.
Para empezar, estas elecciones deciden 35 escaños (la tercera parte aproximadamente) de un Senado en el que los demócratas necesitan al menos 50 asientos para mantener el control. Los republicanos necesitan 51 porque la vicepresidenta demócrata Kamala Harris puede imponer un decisivo voto de desempate.
La situación es la siguiente en la cámara alta: los demócratas necesitan 14 escaños para mantener su mayoría. Los republicanos, 22 para arrebatársela. De los 35 escaños en liza, los republicanos, favoritos ganarían 20 asientos por 12 de los demócratas, y tres quedarían en el aire. Es decir, ambos partidos están a dos escaños «incógnita» para ganar, según las encuestas que baraja CNN.
En la Cámara de Representantes, donde están en juego todos los 435 escaños, los republicanos lo tienen más fácil: de momento se harían con 216 asientos, a solo dos de obtener el control del hemiciclo, mientras que los demócratas ganarían 199 escaños. Un total de 20 escaños quedan por decidir. La práctica totalidad de las encuestas da a los republicanos como favoritos para arrebatar a sus rivales demócratas el control de la cámara baja.
Aunque la situación en general parece tender al rojo republicano, algunas carreras podrían romper los pronósticos y no conviene olvidar que las elecciones legislativas sirven para trazar un ajustado mapa político y, a nivel local, marcan el derrotero entero de un país, porque también se elige a gobernadores estatales y a secretarios estatales con gran influencia en futuras elecciones presidenciales, al ser quienes ratifican el recuento de votos.
EN CARRERA La carrera en Arizona, Georgia o Pensilvania será particularmente dura. En Georgia, Raphael Warnock (D) y Herschel Walker (R) están empatados a intención de voto al 48 por ciento en su carrera al Senado. Si ninguno rebasa el 50 por ciento, habrá segunda vuelta en diciembre. Lo mismo se aplica en Arizona, donde el demócrata Mark Kelly saca ventajas de entre uno y dos puntos porcentuales al republicano Blake Masters.
En Pensilvania, una de las carreras al Senado más inusuales por el carácter alejado de la política tradicional que demuestran sus contendientes, todo apunta a que el «gigante» John Fetterman, demócrata, obtendrá la victoria sobre el candidato republicano, el cirujano y presentador televisivo Mehmet Oz, pero este último, como Walker, han emergido a la luz del Trumpismo y podría heredar de él la afición de esta corriente por dar vuelcos electorales a última hora.
Nevada parte como el gran estado «experimento» para demostrar si las campaña republicana para estas elecciones, basada en las críticas a Biden por su incapacidad para contener la inflación, ha surtido el efecto esperado. El candidato republicano Adam Laxalt está haciendo campaña contra la actual senadora demócrata Catherine Cortez Masto, a quien ha acusado de «complicidad en las políticas inflacionistas de Washington».
Wisconsin, por otro lado, representa el talón de aquiles de la campaña de los republicanos. Allí, su senador Ron Johnson busca un tercer mandato como el único republicano que se postula para la reelección en un estado ganado por Biden en 2020. Sin embargo, sus posturas conspiranoicas, sobre todo en relación a la pandemia, podrían alejar al sector moderado de los republicanos y provocar su derrota a manos de una estrella ascendente del Partido Demócrata como es el vicegobernador Mandela Barnes, quien podría convertirse en el primer senador negro de la historia del estado.
El caso de Michigan, por último, será un claro ejemplo de política local y una valoración general de la doctrina Biden desde su llegada a la Casa Blanca. Todo parece indicar victorias demócratas en las carreras a las Cámaras de Representantes y al Senado, pero los ojos estarán puestos en la lucha por la Gobernación entre la demócrata Gretchen Whitmer y el analista conservador y trumpista Tudor Dixon, dos posturas diametralmente opuestas sobre cómo gobernar un estado norteamericano.
Sobre el impacto de las políticas locales, hay que destacar en este sentido que en Wisconsin también se van a votar dos de las llamadas «medidas electorales», enmiendas sobre interpretaciones estatales de la ley, en este caso dos normativas que están en el centro de la atención de la población estadounidense.
Primero, el derecho al aborto — tras el varapalo propinado por el Tribunal Supremo –. La gente de Wisconsin, junto a California, Vermont, Kentucky, Michigan y Montana votará qué forma quiere dar a este derecho dentro del estado. En una segunda votación, los ciudadanos del estado decidirán sobre otra enmienda para definir sus políticas de derecho al voto, entre las críticas de los sectores demócratas de todo el país ante los esfuerzos republicanos para dificultar el proceso de votación a los sectores más desfavorecidos.