El Gobierno ruso ha acusado a Occidente de remodelar por su cuenta y riesgo, y de manera «peligrosa e ilegítima» los principios del libre mercado al fijar este viernes un tope de 60 dólares (unos 57 euros) al petróleo procedente de Rusia.
En respuesta al aplauso de Estados Unidos al acuerdo alcanzado el viernes por la UE, la Embajada rusa en Washington «toma nota de las arrogantes afirmaciones norteamericanas».
«Los estrategas de Washington, escondidos detrás de nobles lemas de garantizar la seguridad energética de los países en desarrollo, mantienen un muro de silencio sobre el hecho de que los desequilibrios actuales en los mercados energéticos se derivan de sus acciones mal concebidas: la introducción de sanciones contra Rusia y las prohibiciones a la importación de energía desde nuestro país», añade en una nota recogida por la agencia TASS.
«El colectivo occidental», añade la Embajada, «está tratando de resolver los problemas que ellos mismos han creado de forma tan impetuosa y, de hecho, estamos presenciando una remodelación de los principios básicos del libre mercado».
La diplomacia rusa avisa, en este sentido, de que «decisiones como estas inevitablemente generarán una mayor incertidumbre e impondrán costos más altos para los consumidores de materias primas» y pronostican que, a partir de ahora, «ningún país será inmune a la introducción de todo tipo de ‘topes’ a sus exportaciones por razones políticas», agregaron.
«Independientemente de los coqueteos actuales con este instrumento peligroso e ilegítimo, confiamos en que el petróleo ruso seguirá teniendo demanda», concluye el comunicado.
La medida sigue el acuerdo alcanzado en el seno del G7 para un fijar un tope entre 65 y 70 dólares al crudo ruso, y está dirigida al petróleo transportado por mar y no afectará al que llegue a Europa a través de oleoducto, después de la excepción lograda por Hungría y otros socios europeos sin salida al mar que aducen su gran dependencia del petróleo ruso.