El grupo yihadista Estado Islámico ha hecho un llamamiento a todos los grupos armados rivales que ’’se arrepientan’’ y depongan las armas, un mensaje que afecta a su principal rival extremista en la zona, el Grupo de Apoyo para el Islam y los Musulmanes (JNIM), la filial oficial de Al Qaeda en el Sahel.
El mensaje, difundido por los canales de propaganda del grupo, es leído por Yusuf Uld Chuaib, alto cargo de Estado Islámico en Liptako-Gourma –situado en la ’zona de las tres fronteras’ entre Malí, Níger y Burkina Faso–, uno de los responsables de la ofensiva lanzada por el grupo yihadista en mazo de 2022 en el noreste de Malí.
Fuentes de seguridad locales citadas por la emisora Radio France Internationale han confirmado que la voz de la grabación es la de Uld Chuaib, algo igualmente verificado por Menastream, una organización especializada en temas de seguridad y yihadismo en el Sahel y el norte de África.
Las palabras de Uld Chuaib apelan a los miembros del JNIM y de grupos armados locales firmantes del acuerdo de paz de 2015 –incluidos los del Movimiento de Salvación del Azawad (MSA) y el Grupo de Autodefensa Tuareg Imghad y Aliados (GATIA)–a entregar las armas y unirse a las filas de Estado Islámico.
El mensaje podría estar igualmente dirigido, aunque en menor medida, a los militares de Malí y de las fuerzas regionales implicadas en la lucha contra el yihadismo en el país.
El mensaje de Estado Islámico choca con la oferta presentada recientemente por el líder del JNIM, Iyad ag Ghali, quien en reuniones mantenidas entre finales de 2022 y principios de 2023 con los grupos firmantes del acuerdo de paz de 2015 les propuso un pacto temporal de no agresión para combatir a Estado Islámico en el Sahel.
Fuentes citadas por Radio France Internacionale resaltan que el mensaje retoma elementos del mensaje de los inicios del ’califat’ de Estado Islámico en Siria e Irak, si bien no precisa las condiciones que serían impuestas a los civiles que opten por quedarse en sus territorios en caso de que queden bajo control del grupo yihadista.
Estado Islámico y el JNIM han protagonizado desde 2020 decenas de enfrentamientos para intentar hacerse con zonas de influencia en Malí –y Burkina Faso, en menor medida–, a pesar de que hasta entonces mantenían una especie de entente cordial, si bien no una cooperación total a la hora de llevar a cabo ataques.
Por su parte, antiguos grupos rebeldes que firmaron el acuerdo de paz de 2015 lanzaron en febrero una operación conjunta contra Estado Islámico tras el repunte de los ataques por parte del grupo yihadista, en medio del aumento de la inseguridad y ante la posibilidad de que el tratado de paz termine de colapsar.
Con el Acuerdo de Argel de 2015 firmado entre el Gobierno y los grupos separatistas tuareg, estos pasaron a formar parte de las Fuerzas Armadas, se selló un alto el fuego y se propuso dotar de más competencias a la parte septentrional de Malí, así como la creación de una fuerza de seguridad regional y un plan de desarrollo, amenazado por la falta de avances y los ataques yihadistas.
Fuente: (EUROPA PRESS)