Dos millones de hogares (10,3%) en España sufrieron pobreza energética oculta severa en el año 2021 –hogares que gastan menos de la cuarta parte de lo que realmente necesita para cubrir sus necesidades energéticas–, según los resultados del informe ‘Indicadores de pobreza energética en España 2021: ¿Cómo afectó la pospandemia a la pobreza energética?’, elaborado por la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas.
El estudio ha sido presentado este martes en la Universidad Pontificia Comillas, por parte del director de la cátedra de energía y pobreza de la Universidad Pontificia Comillas, Efraím Centeno, y del coordinador de la cátedra e investigador principal, José Carlos Romero.
Según concluye la Cátedra de Energía y Pobreza, sin las medidas implementadas por parte del Gobierno como fue el ‘escudo social’, la pobreza energética oculta severa en 2021 habría alcanzado a 200.000 hogares más. Al ser preguntado por esta conclusión, Efraím Centeno ha explicado que se ha hecho «un gran esfuerzo» y la reacción ha sido «muy rápida» y «adecuada» en el sentido de evitar los cortes de suministro energético.
Por otra parte, los datos de esta investigación apuntan que en 2021 4,5 millones de personas (9,5% de la población frente al 6,6% de 2020 y al 6,6% de 2019) no pagaron facturas energéticas en fecha y 6,7 millones (14,3% de los hogares frente al 10,9% del 2020 y el 7,6% de 2019) no pudieron mantener una temperatura adecuada en sus hogares.
De este modo, Efraím Centeno ha señalado que el dato relativo a retrasos en el pago de facturas se «estanca» respecto a 2020, mientras que el porcentaje de hogares que mantenían una temperatura inadecuada aumenta casi cuatro puntos, es decir, 1,6 millones de personas más respecto a 2020 y el doble comparado con 2019.
En cuanto a los indicadores de temperatura inadecuada y de pobreza energética oculta, el investigador ha hecho hincapié en que tienen «un empeoramiento muy claro» y, especialmente, ha apuntado que el dato sobre pobreza energética oculta es, su juicio, «preocupante». «Realmente esos datos requieren una respuesta y acciones concretas», ha manifestado.
Además, los investigadores han constatado que casi tres millones de hogares tienen un porcentaje de gasto en energía sobre sus ingresos netos mayor que el doble del de un ‘hogar medio’ y 2,7 millones de familias están en situación de pobreza energética, si se toma como referencia un umbral absoluto basado en una renta mínima estándar, concretamente el SMI.
Estas cifras suponen una reducción media del 1,5% respecto a la situación detectada por la Cátedra en 2020. Los datos también muestran que casi 3,3 millones de hogares dedicaron un porcentaje desproporcionado de sus ingresos a cubrir sus facturas energéticas.
MENOS CALEFACCIÓN POR MIEDO A LA FACTURA «Es posible que los ecos de Filomena y el frío que nos dejó durante casi dos semanas en amplias zonas del país calara en el subconsciente de muchos ciudadanos, pero es muy probable también que el indicador esté apuntando a una tendencia creciente en muchas familias a restringir la calefacción por miedo a la factura», ha detallado José Carlos Romero, coordinador de la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas, autor principal del informe.
El estudio ha utilizado dos índices adicionales: el M/2 –que identifica a un hogar en una situación de gasto insuficiente si dedica a energía menos de la mitad de lo que lo hace un hogar medio en nuestro país– y el HEP, que identifica a un hogar en pobreza energética oculta severa si gasta menos de la cuarta parte de lo que realmente necesita para cubrir sus necesidades energéticas (gasto energético requerido).
Según han explicado los autores, el primero ha sido del 10,12% y el segundo es del 10,32%, frente a 11,20% y 4,8% en 2020. Se observa en este caso una discrepancia muy notable entre ambos. Mientras que el primero revela mejoría, el segundo indica un empeoramiento extraordinario.
«Es el segundo indicador el que merece más crédito por varias razones. La primera es porque se alinea con el indicador subjetivo de temperatura inadecuada. Parece sensato afirmar que, cuando un hogar declara que no puede mantener su vivienda en unas condiciones de confort mínimas en invierno, se encuentra en pobreza energética oculta», asegura Roberto Barrella, investigador de la cátedra de Comillas y coautor del informe.
Por otro lado, Barrella considera importante tener en cuenta que 2021 fue, por un lado, el año del comienzo del fin de la COVID y, por otro, el año del inicio de la crisis de precios de la energía. «Esto segundo ha tenido un impacto muy significativo en nuestros hogares sobre todo a partir del otoño. Todo parece indicar que muchas familias restringieron su gasto por miedo a unas facturas que se volvieron inabordables de la noche a la mañana», ha remachado.
Respecto a las medidas del Gobierno, la Cátedra afirma que es justo decir que «reaccionó a la nueva situación de precios elevados de la energía implantando diversas medidas como la reducción del IVA, del impuesto de electricidad o de cargos y peajes en la factura eléctrica».
«En la Cátedra hemos estimado el impacto de esas medidas. Si no se hubieran implementado sobre la factura eléctrica, el indicador HEP en 2021 –el que identifica a un hogar en pobreza energética oculta severa– habría alcanzado el 11,65%, un 1,3% más, lo que equivale a casi 200.000 hogares adicionales», ha matizado Efraím Centeno.
Los indicadores se han obtenido a partir de las encuestas del INE, EPF y ECV, recientemente publicadas: Indicadores de gasto desproporcionado que identifican al conjunto de hogares que dedican un porcentaje muy elevado de su renta a cubrir las necesidades energéticas en la vivienda; Indicadores de gasto insuficiente o de pobreza energética oculta que muestran los hogares cuyos gastos en energía son significativamente bajos; e indicadores subjetivos, que engloban un indicador de hogares con retraso en pagos de facturas y un indicador de hogares que declaran no poder mantener la vivienda a una temperatura adecuada durante el invierno.